EL EREMITA ASTUTO
Era un eremita de muy avanzada edad. Sus cabellos eran blancos como la espuma, y su rostro aparecía surcado con las profundas arrugas de más de un siglo de vida. Pero su mente continuaba siendo sagaz y despierta y su cuerpo flexible como un lirio. Sometiéndose a toda suerte de disciplinas y austeridades, había obtenido un asombroso dominio sobre sus facultades y desarrollado portentosos poderes psíquicos. Pero, a pesar de ello, no había logrado debilitar su arrogante ego. La muerte no perdona a nadie, y cierto día, Yama, el Señor de
Yama, el poderoso Señor de
El emisario de la muerte se encontró con cuarenta formas iguales.
Siguiendo las instrucciones de Yama, exclamó:
--Muy bien, pero que muy bien.
!Qué gran proeza!
Y tras un breve silencio, agregó:
--Pero, indudablemente, hay un pequeño fallo.
Entonces el eremita, herido en su orgullo, se apresuró a preguntar:
--¿Cuál?
Y el emisario de la muerte pudo atrapar el cuerpo real del ermitaño y conducirlo sin demora a las tenebrosas esferas de la muerte.
*El Maestro dice: El ego abre el camino hacia la muerte y nos hace vivir de espaldas a la realidad del Ser. Sin ego, eres el que jamás has dejado de ser.
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