jueves, 10 de febrero de 2011


FILOSOFÍA DE LA VIDA


Filosofía de la vida, tal como la
presenté en el primer capítulo. Yo
creo que la vida es realmente muy
simple. Lo que recibimos del exterior
es lo que antes enviamos.

El Universo
apoya totalmente cada idea que
decidimos pensar y creer. Cuando
somos pequeños, de las reacciones de
los adultos que nos rodean aprendemos
nuestras creencias y nuestros
sentimientos hacia nosotros mismos y
hacia la vida. Sean cuales fueren
esas creencias, al crecer las
reeditaremos como experiencias. Sin
embargo, se trata solamente de formas
de pensar, y el momento del poder es
siempre el presente. Los cambios se
pueden iniciar en este mismo momento.

Amarse a sí mismo
Luego explico a mis clientes que,
independientemente de lo que parezca
ser el problema, siempre centro mi
trabajo en una única cosa, y es Amarse
a sí mismo. El amor es la cura milagrosa:
si nos amamos, aparecen los
milagros en nuestra vida.

No estoy hablando de vanidad ni
arrogancia ni engreimiento, porque
nada de eso es amor: no es más que
miedo. De lo que hablo es de tener un
gran respeto por nosotros mismos, y
de estar agradecidos por el milagro
de nuestro cuerpo y de nuestra mente.
Para mí, «amor» es apreciación
llevada a un grado tal que me llena el
corazón hasta rebosar. El amor puede
orientarse en cualquier dirección, yo
puedo sentir amor por:

El proceso de la vida como tal.
El júbilo de estar viva.
La belleza que veo.
Otra persona.
El conocimiento.
El funcionamiento de la mente.
Nuestro cuerpo y la forma en que
funciona.
Los animales, aves y peces.
La vegetación en todas sus formas.
El Universo y la forma en que
funciona.

¿Qué puede añadir usted a esta lista?
Veamos algunas formas en que no nos
amamos:

Nos regañamos y criticamos
interminablemente. Maltratamos el
cuerpo con la mala alimentación, el
alcohol y otras drogas.
Aceptamos creer que no somos dignos
de amor.

No nos atrevemos a cobrar un precio
digno por nuestros servicios.
Creamos enfermedades y dolor en
nuestro cuerpo. Nos demoramos en hacer
las cosas que nos beneficiarían.
Vivimos en el caos y el desorden. Nos
creamos deudas y obligaciones.
Atraemos amantes y compañeros que nos
humillan.

Piense cuáles son algunas de sus
maneras.
Si, de la manera que sea, negamos
nuestro bien, ése es un acto en que no
nos amamos a nosotros mismos. Recuerdo
a una clienta mía que usaba lentillas.

Un día se libró de un antiguo miedo
que le venía de la infancia, y a la
mañana siguiente, al despertarse, se
dio cuenta de que las lentes de
contacto le molestaban demasiado para
ponérselas. Miró a su alrededor y
comprobó que veía con perfecta
claridad.

Sin embargo, se pasó el día entero
diciéndose para sus adentros: «Pues no
me lo creo». Al día siguiente volvió a
usarlas. Nuestro subconsciente no
tiene sentido del humor. Mi clienta
no podía creer que se hubiera creado
una vista perfecta.

El desconocimiento del propio valor
es otra forma de expresar que no nos
amamos a nosotros mismos.
Tom era un pintor excelente, y tenía
algunos clientes adinerados que le
pedían que les pintase murales en sus
casas. Sin embargo, no se sabía por
qué él siempre se quedaba corto en sus
honorarios. Su factura jamás llegaba
a cubrir el tiempo que le había
llevado el trabajo.

Cualquiera que
ofrece un servicio o crea un producto
que es único en su género puede
fijarle cualquier precio. A los ricos
les encanta pagar mucho por lo que
compran; sienten que eso da más
valor al artículo. He aquí algunos
ejemplos más:

Mi compañero está cansado y de mal
humor, y pienso qué habré hecho yo
para que así sea.
Alguien me invita a salir un par de
veces y después no vuelve a llamar.
Supongo que yo debo de haber cometido
alguna incorrección.

Mi matrimonio se deshace, y me quedo
convencida de que el fracaso es mío.
Mi cuerpo no está a la altura de los
de las revistas de moda, femenina o
masculina, y me siento inferior.
Si no «hago la venta» o no «consigo
el papel», estoy seguro de que «no
sirvo para nada».

Como me asusta la intimidad, no
permito que nadie se me acerque
demasiado y me refugio en los
contactos sexuales anónimos.
No puedo tomar decisiones porque
estoy seguro de equivocarme.
¿Cómo expresa usted su
desconocimiento de su propio valor?

(LOUISSE HAY, Del Libro: "Vd. Puede sanar su vida").

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