lunes, 2 de enero de 2012


COMER BIEN PARA PENSAR MEJOR:
La calma, la paz y la alegría surgen de cómo sentimos y nos identificamos con este cuerpo que somos.
Nuestro aparato digestivo está situado en el eje central del cuerpo, igual que la mayoría de las glándulas endocrinas, este detalle nos muestra la importancia que tienen.Según la Ley de Correspondencia, en la medida que nuestro aparato Digestivo funciona, así también funciona nuestra capacidad para “digerir” la vida, asimilarla y aprovechar lo útil, separándolo de lo inútil. Y sacar el mayor provecho a todas las situaciones.Cuanto mejor sea nuestro proceso de digestión, más claro el proceso del pensamiento.

En el TAO, desde hace miles de años, se dice que “todo cuanto existe en el Universo entero es “Conciencia Divina”.Todas las formas de vida expresan esta verdad profunda e inmarchitable.

Una de las Leyes Universales que trabaja incansablemente para llevara a cabo este viaje a través de los tiempos es la Ley de Correspondencia. Esta ley nos enseña que igual que es abajo –es arriba, que igual que es dentro – es fuera. Y que absolutamente todos los fenómenos se interrelacionan íntimamente para llevar a Destino este gigantesco proyecto.

Esta ley, explica también la cadena existente entre todas las formas de vida y el ser humano. Y el papel tan importante que representa hasta lo que parece muy insignificante no irrelevante.

Sabemos que dentro de nosotros ocurre los mismo, nuestro órganos, glándulas, vísceras, tejidos, células o fluidos se integran en un todo, y en todo momento participan del equilibrio que todos buscamos para estar sanos y ser felices.

Nuestro aparato digestivo está situado en el eje central del cuerpo, igual que la mayoría de las glándulas endocrinas, este detalle nos muestra la importancia que tienen.

Según la Ley de Correspondencia, en la medida que nuestro aparato Digestivo funciona, así también funciona nuestra capacidad para “digerir” la vida, asimilarla y aprovechar lo útil, separándolo de lo inútil. Y sacar el mayor provecho a todas las situaciones.

Cuanto mejor sea nuestro proceso de digestión, más claro el proceso del pensamiento.

Si nos fijamos en nuestros intestinos, podemos observar una cierta analogía con el cerebro. En la Medicina Tradicional China, se aborda de una manera muy directa y se dice que es nuestro 2º cerebro, y que su buena salud influye poderosamente en el Sistema Nervioso.

Desde un punto de vista más occidental llegamos a la misma conclusión, al reconocer que ambos se ocupan de la digestión de diferentes “alimentos”, y para estos procesos utilizan importantes cantidades de oxígeno.

El cerebro y especialmente el cortex, que sabemos procesa el discernimiento, la razón, la memoria, la asociación de ideas y el intelecto…. Es el mayor consumidor de oxígeno del cuerpo. Le sigue el aparato Digestivo, que es el 2º.

Comprobamos que después de una copiosa comida, no tenemos grandes recursos para pensar, la mente racional se vuelve pesada, y hay que dejar que la digestión de la comida finalice y reponer este precioso combustible que es el oxígeno, antes de abordar la otra “digestión”.

Esto es una muestra de la importancia que tiene el alimento en nuestro pensamiento. Lo ideal es escoger principalmente alimentos fáciles de digerir, de metabolizar, que no gasten más energía para asimilarlos que la que nos aportan, que no ensucien el medio interno con los residuos sobrantes, sino que ayuden al tener una sangre limpia y equilibrada.

Nos alimentamos de otras formas de vida, vegetal y animal, que forman el medio que nos rodea. Y al hacerlo, convertimos ese medio externo, en parte de nuestro medio interno, de nuestros huesos, músculos, fluidos…

Al decidir nuestra comida, no sólo decidimos que nutrientes y en que cantidad, también estamos decidiendo la “información” que vamos a integrar en nosotros. Es fácil imaginar lo diferente que puede ser una zanahoria, que un alimento procesado a través de años de la mano de la esclavitud y el dolor de muchos seres humanos.

No sólo comemos vitaminas, minerales, proteínas y carbohidratos, comemos todo su potencial de vida.

Nos comemos el medio ambiente y al hacerlo nos ponemos unas gafas muy concretas para percibir ese medio con el color de esas gafas, y luego lo llamamos Realidad. Si nos fijamos en la ley de Correspondencia y su entamado, iremos teniendo una visión más profunda de las cosas y descubriendo como existe una trama, que unifica todo, desde lo más elevado a lo más profano, pero en el fondo, todo es LUZ, vibrando en diferentes niveles. Nosotros somos luz, y los alimentos también lo son.

Llegados a este punto, parece que no hay mucha diferencia en comer una cosa o comer otra. Pero las apariencias engañan, es una advertencia muy sabia del I Ching.

La luz como esencia de la materia unifica todo lo que existe y nos remite al UNO, pero mirando a nuestro alrededor, todos son diferencias. Sabemos que el quid de esta paradoja lo marca el nivel de frecuencia de esa luz.

El nivel de conciencia no es propiedad exclusiva del ser humano, afortunadamente todas las formas de vida y todos los fenómenos energéticos, de fuerza o poder, emocionales, mentales o de cualquier tipo son una “paquete de conciencia”

Somos luz y nuestra comida es luz. Hay alimentos que se nutren de la luz directamente como los productos de la tierra.

Animales que se alimentan de vegetales (herbívoros) que cuando los ingerimos nos aportan luz de 2º categoría. Y animales carnívoros donde la luz es de 3º categoría. Si hablamos de productos muy industrializados y refinados, ya no sabemos en que medida esa luz que es nuestra fuente de vida, ha disminuido o desaparecido, suplantada por procesos super elaborados e inventos químicos, para que duren más y sepan más sabrosos.

Para facilitar la digestión y evitar residuos putrefactos en los intestinos, que impiden la correcta absorción de los nutrientes y creen un clima limpio también en la sangre, lo mejor es una buena combinación de cereales integrales y biológicos, una pequeña cantidad de legumbres, verduras frescas, semillas y algas.

Los cereales unifican las energías del Cielo y de la Tierra en una perfecta proporción y equilibran minerales, proteínas e hidratos de carbono. Representan la unidad de la semilla y el fruto, llevan en su simiente la inteligencia al servicio de la vida y la regeneración. En un nivel más metafísico, nos aportan más foco y concentración, también más disciplina y una mente más clara y situada en el momento presente. Se les considera ideal para sanas y llegar a ser más autoconscientes.

Las Legumbres son ideales para los riñones y el apto genital, y todo lo que llamamos Elemento Agua, es decir, todos los fluidos (mas de 70% del cuerpo) y los huesos. Son una rica fuente de calcio, hierro, potasio y vitaminas del grupo B. Es importante consumirlas de forma continua y en pequeñas cantidades, en lugar de un gran plato muy de vez en cuando.

Son ideales para el Sistema Nervioso, ayudan a regular líquidos en el cuerpo, el exceso de peso y regulan los valores de azúcar en sangre.

Sus aminoácidos, combinados con los de los cereales integrales forman proteínas completas que nos aportan una energía tranquila y calmada, menos agresiva que el producto animal.

Las verduras, además de la hidratación necesaria para digerir y asimilar el resto de los alimentos, nos dan frescura y nos relajan. Todos sabemos que en el capítulo de nutrientes, tienen muchas vitaminas y minerales. En un nivel más sutil crecen con una energía ascendente desde la Madre Tierra, es la energía femenina de la Gran Madre, que da sus frutos hacia el cielo, energía imprescindible para el desarrollo de la dimensión espiritual.

Las algas, las verduras del mar, son tantas su bondades, que sólo señalaremos las más notables. Nos ofrecen mejores minerales y más fáciles de digerir y fijar en nuestros huesos. Eliminan estancamientos físicos y energéticos. Eliminan radiaciones, desintoxican, alcalinizan la sangre, eliminan grasas (colesterol). Nutren los riñones y rejuvenecen los pulmones y el intestino grueso. En el nivel más sutil, nos ayudan a recuperar el equilibrio de todos nuestros fluidos, devolviéndonos la memoria de salud original del mar primigenio, del cual llevamos una muestra en nuestra sangre. Si conservamos y mantenemos esa memoria en nosotros, será más fácil la salud y la armonía con el medio que nos rodea.

Igualmente, las algas son alimentos que conviene consumir en pequeña cantidad. Dada su concentración tan elevada de minerales.

Todos estos alimentos, no sólo son buenos para el cuerpo. La calma, la paz y la alegría surgen de cómo sentimos y nos identificamos con este cuerpo que somos. Las emociones, sentimientos y pensamientos ¿De donde surgen? Es difícil sentir confianza en la vida y en nosotros mismos, agradecimiento por todo lo que se nos da, abrir el corazón al amor y la alegría y encontrar el camino a la felicidad que no depende de lo de fuera, sino de nuestra conexión con la vida, mientras el corazón está cerrado, el hígado irritado, el bazo debilitado, el estómago sobrecargado, los riñones contraídos y los intestinos sucios. Todos ellos influyen directamente en la percepción de “Nuestra realidad” en nuestras emociones y sentimientos.

Hemos de descubrir cómo crear la armonía en nuestros fluidos y células para que nuestra mente también la disfrute. La tan frecuente pregunta ¿Es físico o mental? ya no tiene lugar en nuestro nivel de conciencia. No existe diferencia alguna entre el cuerpo y la mente. Son UNO, somos UN, todo el universo entero es UNO.

Mª Rosa Casal (C)
Directora de Escuela de Vida
Naturópata y Consultora Macrobiótica
http://www.portaldorado.com/

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