“¿Qué
futuro estamos construyendo?”: Entrevista al Sociólogo Zygmunt Bauman
Por Dick Johnson en may 2, 2014
La
austeridad es ‘pobreza para la mayoría y riqueza para unos pocos’. El sociólogo
admite que hoy no hay alternativa viable al capitalismo. ‘La falta de confianza
en los políticos es un fenómeno a nivel mundial’. Todo se diluye a nuestro
alrededor. Cualquiera diría que la “modernidad líquida” que vislumbró Zygmunt
Bauman se ha convertido en un torrente que todo lo arrastra. No va quedando
nada sólido a lo que agarrarse. Y lo que es peor: cualquiera diría que hemos
pasado de la fase “ultralíquida” a la gaseosa. Todo se está haciendo cada vez
más etéreo.
“Lo que ocurre es que no tenemos un
destino claro hacia el que movernos“, certifica el sociólogo y pensador polaco,
que sigue trotando infatigablemente por el mundo a sus 87 años. “Deberíamos
tener un modelo de sociedad global, de economía global, de política global… En
vez de eso, lo único que hacemos es reaccionar ante la última tormenta de
los mercados, buscar soluciones a corto plazo, dar manotazos en la
oscuridad”.
Acudimos al reclamo del maestro en
su terruño adoptivo de Leeds, donde lleva media vida afincado y desde donde
observa el mundo con sus ojillos ávidos, entregado al ritual diario de la
escritura y del tabaco en pipa. Aspira Bauman el humo por la boquilla, y ya
pueden fluir sus largos y ponderados pensamientos sobre la vida líquida.
“La relación de dependencia mutua
entre el Estado y los ciudadanos ha sido cancelada unilateralmente. A los
ciudadanos no se les ha pedido su opinión”. “Cuando usé la metáfora de la “modernidad líquida”, me refería en concreto al período que
arrancó hace algo más de tres décadas. Líquido significa, literalmente, “aquello
que no puede mantener su forma”. Y en esa etapa seguimos: todas las
instituciones de la etapa “sólida” anterior están haciendo aguas, de los
Estados a las familias, pasando por los partidos políticos, las empresas, los
puestos de trabajo que antes nos daban seguridad y que ahora no sabemos
si durarán hasta mañana. Es cierto, hay una sensación de liquidez total. Pero
esto no es nuevo, en todo caso se ha acelerado”.
Sostiene Bauman que el mundo sólido
surgido de los rescoldos de la Segunda Guerra Mundial ya no es viable. Admite
que a él nunca le gustó el término de “estado del bienestar”, que se ha acabado
convirtiendo en un caballo de batalla ideológico.
“Yo siempre he preferido hablar del
“estado social”. Se trataba de crear una especie de “seguro colectivo” a la
población tras la devastación causada por la guerra, y en esto estaban de
acuerdo la derecha y la izquierda. Lo que ocurre es que el “estado social” fue
creado para un mundo sólido como el que teníamos y es muy difícil hacerlo
viable en este mundo líquido, en el que cualquier institución que creemos tiene
seguramente los días contados”.
La esperanza es inmortal, sostiene
Bauman, que nos invita a defender la sanidad pública, la educación pública o
las pensiones mientras podamos. Pero poco a poco habrá que hacerse a la idea de
que el “estado social” se irá disolviendo y acabará dejando paso a otra cosa.
Un planeta social
“En este ‘espacio de los flujos’ del
que habla Manuel Castells, tal vez tiene más sentido hablar de un “estado en
red” o de “un planeta social”, con organizaciones no gubernamentales que cubran
los huecos que va dejando el estado. Yo creo sobre todo en la posibilidad de
crear una realidad distinta dentro de nuestro radio de alcance. De hecho, los
grupos locales que están creando lazos globales como Slow Food, son para mí la
mayor esperanza de cambio”.
“El gran reto del siglo XXI va a ser
precisamente acabar con el divorcio entre poder y política”
Eso sí, el maestro quiere dejar
claro que hay una diferencia entre “lo inevitable” en este mundo líquido y lo
que está ocurriendo en la vieja Europa desde que arrancó la crisis: “La
relación de dependencia mutua entre el Estado y los ciudadanos ha sido
cancelada unilateralmente. A los ciudadanos no se les ha pedido su opinión, por
eso ha habido manifestaciones en las calles. Se ha roto el pacto social, no es
extraño que la gente mire cada vez con más recelo a los políticos”.
Una cosa es la dosis necesaria de
austeridad tras “la orgía consumista” de las tres últimas décadas, y otra muy
distinta es “la austeridad de doble rasero” que están imponiendo los Gobiernos en
Europa. El autor de ‘Tiempos líquidos’ le ha dedicado al tema uno de sus
últimos libros: ‘Daños colaterales: desigualdades sociales en la era global’.
“La austeridad que están haciendo lo
Gobiernos puede resumirse así: pobreza para la mayoría y riqueza para unos pocos (los
banqueros, los accionistas y los inversores). O lo que es lo mismo: austeridad
para España, Grecia, Portugal e Italia, mientras Alemania hace y deshace a sus
anchas. Como dice mi colega, el sociólogo alemán Ulrich Beck, Madame Merkiavelo
(resultante de la fusión de Merkel y Maquiavelo) consulta todas las mañanas el
oráculo de los mercados y luego decide”.
Al albur de los mercados
¿Qué hacemos pues con los políticos?
“Ése es el gran problema. La falta de confianza en los políticos es un fenómeno
a nivel mundial. Y la razón de fondo es que los políticos no tienen ningún
poder, el estado no tiene poder.
En el mundo globalizado en el que
vivimos, las decisiones las toman los poderes económicos que no entienden de
fronteras. El gran reto del siglo XXI va a ser precisamente acabar con el divorcio
entre poder y política”.
Pese a todos sus envites contra el
sistema, Bauman reconoce que hoy por hoy no hay alternativa viable al capitalismo, que ha demostrado la capacidad de las anguilas para
adaptarse a los tiempos líquidos.
“La naturaleza del capitalismo es la de un parásito: se apropia de un organismo, se
alimenta de él, lo deja enfermo o exhausto y salta a otro”. “El capitalismo se
lleva trasformando desde su invención y ha sobrevivido a las situaciones más
difíciles. Su naturaleza es esencialmente la de un parásito: se apropia de un
organismo, se alimenta de él, lo deja enfermo o exhausto y salta a otro. Eso es
lo que está ocurriendo desde que arrancó esta forma de capitalismo en la era de
la globalización”.
La generación de la incertidumbre
“Recordemos el famoso ‘corralito’ en
Argentina”, advierte Bauman. “Luego vino el colapso de Malasia, y la crisis del
rublo, y finalmente la burbuja que estalló en Irlanda, luego en Islandia, y en
Grecia, y ahora en España. Hasta que no revuelvan el país y lo dejen en una
situación límite no dejarán de dar la lata. Mire lo que ha ocurrido en Chipre.
El capitalismo necesita de tierras vírgenes, que puedan ser
persuadidas y seducidas. Ya llegará el momento en que se les obligue a pagar
las deudas”.
La última gran preocupación de
Bauman es en todo caso la juventud. A la generación de la incertidumbre le
dedica su último libro (‘Sobre la educación en un mundo líquido’), con especial
hincapié en el desfase del sistema educativo y la precariedad económica en
estos tiempos ultralíquidos.
“Soy muy consciente del tremendo
problema del paro juvenil, que es algo ya común a todos los países
occidentales, pero que se manifiesta muy cruelmente en España. Cuando más de la
mitad de los jóvenes no tienen trabajo, cuando a muchos de ellos no les queda más salida que salir
al extranjero o ganarse la vida en trabajos ‘basura’, después de haber sacado
títulos que no les sirven para nada, la gran pregunta es: “¿Qué futuro estamos
construyendo?”.
Ecoportal.net
/ El Mundo - http://www.elmundo.es/
http://elespiritudeltiempo.org/blog/que-futuro-estamos-construyendo-entrevista-al-sociologo-zygmunt-bauman/
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