Si cada equivocación quedara "tallada en piedra"... La amistad se llenaría de desconfianza y culpa. Al "escribir en la arena" las faltas de un amigo, enseñamos a nuestro cerebro a soltar la rumiación y a centrarse en los aspectos positivos del otro, fomentando la empatía y la reciprocidad.
(Fuente: Psicología.com)

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