lunes, 13 de septiembre de 2010


EL COLIBRÍ DORADO...


Una vez escuché una leyenda andina que me gustó mucho y quisiera contarla ahora. Trataba sobre cómo el colibrí se convirtió en oro:


Se dice que en los tiempos del Tahuantinsuyo, el Inca, hijo del Sol, cuando quería comunicarse con Wiracocha (el hacedor del universo), lo hacía mediante un pututo (caracola) para llamar al gran cóndor (kuntur) para que lleve el mensaje a Dios. El cóndor era el único animal al que se le permitía el acceso al cielo (hanan pacha) pues era el mensajero del Inca, es decir, el que llevaba los encargos y misivas reales y traía luego los consejos y respuestas de los dioses. Así el Inca podía tener la sabiduría suficiente de gobernar de la forma más justa y adecuada.

Cierto día, volando el colibrí (qenqe) todo suelto de huesos entre las flores, se le ocurre una idea descabellada y utópica: quería ver a Dios. Por más que quiso no pudo quitarse la obsesión de la cabeza. Día y noche le martillaba la idea en la cabeza. Como todos sabemos, el quebradizo colibrí jamás de los jamases puede llegar a las alturas donde habita plácido el cóndor. Entonces, el colibrí maquina un ardid: utilizaría como caballo de Troya al cóndor, lo cual era un sacrilegio. Pero al astuto pajarito no le interesaba que pensarían los otros animales de él, pues lo único que anhelaba era ver cumplidos sus deseos. Así es como permanece en silencio planeando la subida.

Con un esfuerzo sobrepajaril, llega al nido del cóndor, donde éste se hallaba espléndidamente dormido. El colibrí, ni tonto ni perezoso se metió dentro del plumaje de las alas del cóndor, y ya allí espera a que el cóndor acuda al llamado del Inca para realizar el viaje al cielo. Efectivamente sucede.

Cuando el cóndor escuchó el hondo clamor del pututo, fue inmediatamente a presentarse al Inca para cumplir con su tarea.

Entonces el Inca le confiesa sus dudas y cuestionamientos que debían ser esclarecidos por Wiracocha. Con las preguntas a cuestas, el cóndor emprende el vuelo hacia el hanan pacha, el cual se iba abriendo a medida que éste volaba cada vez más alto. El colibrí, mientras tanto, no podía ver nada en absoluto porque estaba aterrado y lívido, agarrándose con uñas y pico de las puntas de las plumas del cóndor, para no caerse al vacío.

Ya en el interior del hanan pacha, el cóndor se para en una huaca sagrada para disponerse a hablar con Wiracocha. Pero había un detalle: no le estaba permitido al cóndor ver a Dios de frente, sino que debía voltearse mientras hablaba con el Hacedor. En medio de todo este movimiento, el colibrí ya no aguantó más y sale disparado más rápido que volando fuera del plumaje del cóndor. Tenía que ver a Dios, pues para eso había corrido tantos riesgos, por las puras no iba a haber venido hasta allá. El cóndor se da cuenta del atrevido animalejo y lo comienza a perseguir para comérselo de la rabia por haberlo utilizado para subir al cielo.

En su desesperación, el pobre colibrí volteaba para ver si el cóndor furioso ya lo iba a alcanzar, cuando en una de esas, ve a Dios, cara a cara. El impacto fue grandioso. El colibrí se iba poniendo dorado poco a poco, transformándose en un colibrí de oro (Incode). Ante tal espectáculo, el cóndor enmudeció y retrocedió, pues el picaflor había logrado lo que nunca se le permitió a él.

Para los andinos, el colibrí simboliza el sabio que sabe chupar el néctar de la vida misma. Lo hace utilizando la audacia y la conciencia. El cóndor es el animal más grandioso que existe. En cambio, el Incode es un animal mítico que sólo existe en los sueños de los hombres. Representa al único ser vivo que se atrevió a incorporar a Dios con una chispa de ingenio. No por las puras figura en las líneas de Nazca

(Fuente: Incodeperu.org)


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